Amar, sanar, liberarse, resistir con esperanza: el disco que necesitaba oír

Myrna Armenta Ruiz
4 min readFeb 9, 2018

Pensaba escribir una reseña periodística del disco Esencia Solar de Adán Jodorowsky, pero decidí hablar en primera persona y desde una total subjetividad. Vi en la televisión una breve entrevista donde promocionaba su cuarto material. Ahí estaba el multifacético, camaleónico y polémico músico aclarando que ahora ya no era Adanowsky, tras despojarse de cargas mentales por ser hijo de un artista como Alejandro Jodorowsky y haber llegado a un lugar más sereno después de largas búsquedas y abismos.

Vestido con ropa clara, con barba y cabello desaliñados, estilo Jesucristo, como él mismo bromeó, se le ve en otra etapa diferente al que conocimos en su trilogía musical que inició con el cabaretero y satírico El Ídolo (2008), el melancólico, sublime y estremecedor Amador (2010) y el bailador, funky y andrógino Ada (2014). Discos inspirados en tres personajes y en los múltiples yoes que habitan o habitaron al músico, actor y cineasta.

Quien siga su trayectoria con escucha atenta, sabe que es imposible catalogar su música o etiquetarlo. Fue punk y rockero con su primer grupo The Hellboys, ha explorado el folk melancólico con influencias de la canción francesa (chanson), es capaz de bailar como Elvis o de encarnar el romanticismo y oscuridad de un crooner apasionado, también de entrarle al mundo de la música disco y electrónica. Es simplemente músico, artista, explorador, creador.

Esa libertad y la necesidad de hablar de lo que él describe como un despertar espiritual, luego de depresiones ligadas al vacío de la fama, el ego desmedido y la desesperanza en el mundo, arrojó su Esencia Solar, un título que nos remite a ese nivel de consciencia del que habla su padre en Metagenealogía, refiriéndose a ese punto donde se descubre que todo está unido, que formamos parte de un planeta que gira alrededor del sol, de una galaxia y un universo, por lo que “somos pequeñas gotas de agua en un inmenso océano”. En este grado de consciencia somos capaces de relativizar los problemas, nos inclinamos a las leyes del cosmos, aceptamos la muerte, nos desprendemos de toda posesión y nos entregamos a la vacuidad.

Nuevo disco con sonido acústico, ritmos caribeños y latinos.

Esencia solar es un disco con sonidos acústicos, caribeños, con ritmos latinos, para cerrar los ojos, para mover las caderas tímida o abiertamente. Sus letras a veces poéticas otras en lenguaje llano y directo, son un viaje emocional donde se habla del amor, de esa necesidad de entregarnos venciendo el miedo; del milagro de la vida, de aportarle al mundo, de aferrarnos a la esperanza, valorar lo sagrado, apostarle a la conexión con el otro y defender los sueños pese a vivir en un mundo con tanta tristeza, injusticia y lógicas de mercado desapasionadas e híper-racionales.

Mi fe, nos habla de su unión con la artista Luna Nikol, pareja y madre de su hijo, la persona que lo ayudó a sanar, como él mismo narra en múltiples entrevistas. El coro: “No tengas miedo en demostrarme lo increíble que es tu amor, tú no conoces el alcance de tu propio corazón”, nos abraza el cuerpo, el alma, mientras nos balanceamos suavemente.

Video de la canción Mi fe.

Vivir con valor, con la voz expresiva y cálida de Natalia Lafourcade es una invitación a sanar este mundo cruel, sembrar consciencia, rescatar lo que se perdió. Mensaje directo que nos envuelve en el ritmo y nos hace cantar lo que sus críticos más filosos describirían como frases anacrónicas y hippies. Pero y qué… la verdad es que nos hace falta algo de eso aunque ya no esté de moda: “Cambiemos el color de la amargura, sembremos puro amor sin pestañear…”.

Amor de día y noche es un bossa nova amoroso, con una voz que parece venir de una honestidad y ternura genuinas. Alion, es música para su hijo, para celebrar el nacimiento, dimensionar el milagro de procrear, mirar el mundo desde esa mirada infantil.

El sencillo más sonado, Vagabundos de otro mundo, escrita por León Larregui, vuelve a festejar el encuentro con el otro, la decisión de compartir tu locura y elegir caminar con otra persona, tu persona, que no tu media naranja.

Los nacidos como yo a principios de los ochenta (o antes) podemos cantar con todo el diafragma: Qué bello es envejecer, preocupación compartida hasta por los más concientes de esa ilusión efímera llamada juventud. Cantemos pues: “Qué bello es envejecer, canta el alma más que ayer” hasta que nuestro inconsciente lo entienda.

Me animé a escribir esta especie de reseña personal por El Cantor, hermosa canción que me atrapó no sólo por las progresiones del chelo y las guitarras, su letra me arrancó las lágrimas, como cuando alguien te dice algo que ni tú tenías claro pero que ahí estaba haciendo pus en el centro de tu alma:

“Hoy día recordé las cosas que soñé, quería tanto ser cantor, pero la vida me desvió, algo en mí se durmió, qué sucedió, perdí toda ilusión por una sociedad que no quiere pasión, quiere un mundo de control, esclavos en prisión”. Es la declaración del artista que vive con la daga de la duda entre seguir o soltar, entre creer en sí mismo o hacer otra cosa, entre la sobrevivencia económica y el impulso de crear.

El tránsito acústico caribeño emotivo, culmina con la hipnótica Yemanjá, que puede ser el himno de todos los que han experimentado la cercanía con lo sagrado, la divinidad, la unión. Hippie hasta la médula, dirán, con coros envolventes y tan atinados que dan ganas de irse corriendo a meditar o abrazarnos sin pudor.

El disco completo se puede escuchar en las conocidas plataformas digitales. En marzo Adán Jodorowsky se presentará en el Plaza Condesa.

Buen viaje musical, tal vez también encuentren algo que necesitaban oír o simplemente pueden balancearse, desprejuiciados de ritmos y géneros musicales, de etiquetas en torno al personaje que sigue abriendo su corazón, inspirando a otros y compartiendo sus mutaciones.

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Myrna Armenta Ruiz

Blog de periodismo cultural, social, musical. Dolencias existenciales, historias, reflexiones, cavilaciones.